Mes: agosto 2009

EL COLMO

Que el régimen instaurado en Extremadura se adorna con la mayor timba de bellacos es sencillo de constatar. Basta salir a la calle y tropezarse con alguno de ellos (se cambiarán de acera en cuanto te reconozcan como no adepto) o leer sus papeluchos. Su oposición frontal a unas leyes racionales ha traído como resultado una caterva de personajes en altos cargos que ríete tú de quien prefiere fusiles y cartuchos a flores y poemas. Su conducta nepotista alcanza límites que sólo pueden ser explicados por la persuasión de la insensatez, por la ostentación de la debilidad o bien por una enfermiza necesidad de infringir un castigo a cualquier ánimo rebelde en sus ciudadanos. La responsabilidad parece no implicar a nadie porque cada individuo sólo es un eslabón en la cadena de transmisión de ordenes, asumidas por burlescas y prevaricadoras que parezcan, o sean. Véase si no el nombramiento del «comunicador» Alonso de la Torre, infumable personaje, ¡por su propio hermano! (a la sazón Director General de Promoción cultural) como Director de la Escuela Superior de Arte Dramático. Si bien el tráfico se lleva a cabo con un matiz importante: la Escuela pasa a depender (pero «sólo» en su estructura, funcionamiento y organización) de Educación, aunque continúe adscrita a Cultura, para no infundir más sospechas y dar pátina de credibilidad docente al espantajo. Un lugar éste de enseñanza (sic) expresamente creado para colocar a personajes del régimen, con dos cojones, como siempre, para adeptos con mando en plaza y ubicación laboral en el centro mismo de la capital cacereña. En el despacho superior decorado en rojo fuerte y ascensor hasta la planta se puede fumar, por supuesto. En el resto del edificio no. Tampoco falta el whisky de marca. Arriba.

El patético afán, en la entrevista adjunta, del menda lerenda -reaccionario educador de las aulas públicas, y no menos lamentablemente reaccionario y ubicuo divulgador de la presunta buena salud de lo extremeñí- por «crearse» un currículum «teatral» que haga digerible su nombramiento, debería hacer recapacitar a la buena gente del teatro en esta Comunidad acerca de su silencio al respecto del enchufado, y al respecto del régimen en general y su política. La mala gente del teatro, que haberla hayla, claro, ya tiene su hombre. Por supuesto. Y es que el mundo está en perenne movimiento. Salvo aquí, que estamos anclados en el balbuceo de unos pocos ignorantes, que se eligen entre ellos mientras reparten bofetadas a la realidad.

EL PRIMER CORO DE LA ROCA

Se cierne el águila en la cumbre del cielo,
El cazador y la jauría cumplen su círculo.
¡Oh revolución incesante de configuradas estrellas!
¡Oh perpetuo recurso de estaciones determinadas!
¡Oh mundo del estío y del otoño, de muerte y nacimiento!
El infinito ciclo de las ideas y de los actos,
infinita invención, experimento infinito,
Trae conocimiento de la movilidad, pero no de la quietud;
Conocimiento del habla, pero no del silencio;
Conocimiento de las palabras e ignorancia de la Palabra.
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
Toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
Pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Los ciclos celestiales en veinte siglos
Nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo.

TS Eliot. Traducción de J.L. Borges

INTERIORES VACIOS

Hace ya tiempo que los hombres no creemos
en la virtud de la sabiduría
en la utilidad de la sabiduría
(comprender la belleza
buscar la justicia
entenderse en la historia
creer en la utopía).

La sabiduría contradice la usura
y la usura gobierna nuestros días
en nuestros días.

Por eso nuestra capacidad de almacenar información
en el exterior de nosotros mismos
progresa cada día.

Y cada día sabemos menos cosas
y somos menos nosotros mismos.

Vivimos
interiores vacíos.

Ana Baliñas «Jaque al rey» (1998)

RODANDO "EL SABIO MUDO"

El próximo 7 de septiembre iniciamos el rodaje de «El sabio mudo», escrita por Ana Baliñas y un servidor, convertido su relato en historia gráfica por Pedro Camello.


Una historia sobre la violencia que ejercen miembros de una sociedad altamente cohesionada por la asunción de un mismo interés (el crematístico, el económico, el dinero) contra el disidente que se opone a ese asimilado bien común desde un valor diferente (sentimental, estético, poético). La casa, que fue en otros tiempos lugar del poder y la libertad del individuo, ha perdido sus fronteras (¿quién puede ya resistirse a un registro, o a una expropiación?) y se ha convertido, de hogar, en mercancía, y más concretamente, en cuanto casa antigua, se ha convertido en objeto de demolición, para que la destrucción de aquello heredado permita hacer valer su valor, que es (o era, si es verdad que la economía especulativa esta empezando a morir) el valor del suelo en que se soporta, no el de los muros que cobijan. No te puedes oponer a la ley, a la patada policial que derriba tu puerta; ahora, tampoco te puedes oponer al progreso, encarnado en la pala excavadora que derriba tus muros. No te puedes oponer, especialmente, al progreso en las cuentas bancarias de tus vecinos. Eso es pecado, eso es crimen, eso merece y tiene un castigo. Esa ética es real y está presente, más que mil filosofías y religiones, en la mente de muchos. ¿Quién es mi enemigo?, se pregunta la multitud de sus conversos: quien me impida ganar es mi enemigo, se responde a sí misma. Lucharé contra él.


Carlos Álvarez-Nóvoa (encantadora persona, culta y educada, artista y profesional de larga trayectoria, actor teatral y fílmico, protagonista de «Solas», entre una larga lista de películas de largo y cortometraje) nos ha concedido el deseo de abrir un reparto que incluirá también a los nuestros Pedro Rodríguez, Roberto Calle y Raúl Delgado en sus diferentes papeles. El placer de reconstituir el equipo clásico casi al completo de la productora (Fernando, Ana, Pepe, Juanjo «Txinato», Sonia y Merino en el equipo de producción y técnico, más Rafa en la dirección de la fotografía) al que se suman viejos amigos del rodaje de «La ilusión» (Juanjo Martínez de San Mateo y Jorge Adrados al sonido, éste recién llegado de filmar «The observer» con… Woody Allen). Enrique Cordero y Manolo Santiago se ocuparán de la música. Localizaciones en Quintana de la Serena y Magacela. Estreno de «El sabio mudo» antes de fin de año.

EN COMPAÑIA DE HUMANOS

Ahí estamos en el retrato parte del equipillo, junto a Isabel Guerrero, que nos endiñó generosamente el Premio Tégula, en representación de la PCRN. Un trabajo, el premio en sí, artesanal, hecho de barro, madera, metal y afecto. Único. No acostumbro a trasnochar -la entrega de los Tégula el viernes, el festival «Comprometidos» al día siguiente-, así que dos noches consecutivas de farra me hacen sentirme en una habitación en que no conoces los muebles, pero el calor humano y el no menos cálido rumor de la ilusión y la determinación de esta enorme familia convierten en afortunados noctámbulos a cualquiera. Y no sólo eso: ellos han convertido un lugar en pronóstico reservado en un símbolo alentador, han hecho de un asedio con todas (y ninguna) las de la ley un desconcierto del que saldrán (saldremos) felices y contentos. A veces vemos el cielo tan lejos que parece que no podemos tocarlo. Otras, basta respirar el mismo y caluroso aire para sentirse flotando en él, y no precisamente solos. Gracias a todos y a todas por habernos elegido. A más no podemos aspirar, mientras respiremos.

EN COMPAÑÍA DE LOBOS

El inicio del rodaje -de los planos de recurso- de «El sabio mudo», nuestro próximo cortometraje de ficción, nos ha proporcionado la prodigiosa experiencia de filmar entre lobos ibéricos (Roma, Romeo, Rómulo y Remo) gracias a la dedicación a estos animales de Carlos Sanz, experto biólogo, naturalista y cineasta, celebridad por su trabajo con Félix Rodríguez de la Fuente y en otras series y documentales acerca de estos míticos y hermosos cánidos. Codearse con esta persona, uno de aquellos pioneros del conservacionismo español, y de los pocos en retener prestigio por haber hecho auténtica televisión de naturaleza, no especulativa con la fauna como en la actualidad, y poder aprender de las motivaciones personales y profesionales de Carlos durante sus más de treinta años de oficio, han contribuido también a sumar aquello que en Libre Producciones más apetecemos de nuestros colaboradores: educación y buena disposición.

La mirada limpia de los lobos, su enternecedora cercanía, la perfección de sus cuerpos exigen a su vez una palabra perfecta para definir un encuentro que la impresión, perdurable, me impide encontrar. Quizás increíble.

PERDER LOS PAPELES

«La ideología no es ninguna frontera para la incompetencia. Tampoco para la corrupción. La sospecha de que la verdadera urgencia para la aprobación del decreto ley es favorecer los intereses de una empresa cuyos propietarios están ligados por lazos de amistad al poder ha sido sugerida incluso por aquellos que han aplaudido la medida. Gobernar para los amigos desdice de la transparencia exigible a cualquiera; hacerlo mediante un procedimiento excepcional supone un motivo más de preocupación para los votantes que creen en la moralidad de las propuestas de los políticos.»

«Una de las señas de identidad del franquismo que parecen no haber periclitado todavía es la tendencia natural en aquella época a dictar decretos (…) Sin embargo, aquella mala costumbre ha pervivido entre nosotros durante más de tres décadas.»

Estas líneas corresponden al artículo del Consejero delegado de PRISA Juan Luis Cebrián publicado en el diario del grupo «El País» a consecuencia de la aprobación por procedimiento de urgencia del Decreto ley de TDT. Un feroz envío de «fuego amigo» (González dixit) que tiene toda la pinta de un órdago sin vuelta de hoja. La inmoralidad de ese grupo de comunicación, dedicado durante décadas a ofrecer apoyo incondicional a formas franquistas de gobierno (que ahora denuncia como «no periclitadas», en un brindis al sol patético por lo peculiar de su ceguera previa) y a su enojosa fórmula pretendidamente «progresista» de creación de opinión, gustos y costumbres -ambas tareas vinculadas de forma exclusiva a intereses corporativos y políticos, nunca de comunicación social- permite que se acoja con perplejidad su cínica queja de estos días. El nauseabundo cierre del artículo de Cebrián («Este país tiene una deuda de gratitud con los primeros Gobiernos de la Transición, los de Adolfo Suárez y Felipe González, que lograron implantar y solidificar la democracia. La grandeza de aquellos presidentes, al margen de los errores que cometieran, reside en que fueron capaces de unir al país en un esfuerzo común de solidaridad y construcción del porvenir.») resulta de un cinismo enfermizo, de dimensiones desmesuradas incluso para semejante constructor de mentiras e impunidades, en connivencia siempre con el señor González, el desalmado conductor de este país hacia la fanfarronada, la arbitrariedad y la obscenidad en la que habitamos a diario, tan parecida a ese franquismo no «periclitado» del que nadie se sabe ajeno, al parecer, pero tampoco cómplice. Como Aznar o Ibarra, por ejemplo.

LA TÉGULA

Adenex, Libre Producciones y Aldea Moret, galardonados por «Refinería No»

Cuando mi madre ha oído en la radio que nos han dado otro premio, lo primero que me ha preguntado es que si era en metálico. Es natural, las madres es lo que tienen. Le he dicho que no, que esta vez tampoco, que todo se andaría, pero que nosotros somos más de símbolos que de materias. Explicación sobrante donde las haya, y más para ella. Esta vez -vamos a tener que ir ampliando el estante- vuelve a ser un reconocimiento grande, de esos que coleccionamos con la satisfacción de lo respetable. La Plataforma Ciudadana Refinería No -esa gente paciente que nos va a obligar a comprar adjetivos en el rastro, porque nos estamos quedando sin ellos para describirles- nos honra de forma excesiva otorgándonos unos de sus premios Tégula, a la par con los colegas de la Cultural de Aldea Moret, la gente de Oleoducto No y el personal de Adenex. Una recompensa de la que hemos venido disfrutando los cinco últimos años, por el mero hecho de habernos conocido. Es justo reconocer que desde el primer día nos hemos tirado mutuamente los tejos. Ahora iremos a recoger la «tégula» romana y a tomarmos las cervezas que hagan falta. Si, como la flecha de Zenón, algunos quisieran que esta tierra fuera una sucesión de instantes inmóviles, generando una falsa impresión de movimiento, resistirse a ello y moverse parecía una hazaña imposible. A la vista está que no era así. Por ahora ya sabemos: Goliath 0; David, 1, y en el descuento.

Entregaremos a los reconocidos, un símbolo, una reproducción de un hallazgo milenario (una tégula) de Villafranca de los Barros, en el que se describe una de las primeras defensas sobre la vulneración de los derechos ciudadanos en la Historia, además de la defensa de los derechos de una mujer. Tan lejos en el tiempo (2.000 años), pero tan cerca en el tema que nos ocupa. Este reconocimiento es una llamada al trabajo por los derechos que tenemos todos los ciudadanos para opinar de manera diferente y ser críticos y observantes ante algunas decisiones que podrían haber perjudicado y puesto en riesgo el futuro de generaciones venideras.

A :Libre Producciones, empresa productora audiovisual extremeña comprometida con la identidad regional y avalada por numerosos reconocimientos a nivel nacional e internacional.Por su profesionalidad, talento, valentía y cariño en la lucha contra la Refinería de petróleo Balboa ( elaboración del documental “ Mientras el aire es nuestro”, videos musicales, acompañamiento en la lucha ciudadana…)

HASTA SIEMPRE, SEÑOR PAZOS

Raúl Pazos, nuestro protagonista de «La ilusión», ha muerto en Madrid a los setenta y ocho años. Amable, ejemplar, sin vanidad y con ternura, creó para nosotros un personaje que superó nuestras mejores expectativas. Durante la semana de aquel intenso rodaje entre nuestra casa de la parte antigua cacereña y la estación de Arroyo-Malpartida, dejó su huella en nosotros, como el verde de los árboles lo hace a diario, tal fue la impresión. Acumuló sus años con sentido, huido de los criminales años del Uruguay de los setenta, en un Madrid y unos tiempos incómodos para la gente buena. Entre dolor y dolor quedamos aquí un rato, disfrutando del recuerdo y de su artístico trabajo en nuestra humilde película de cortometraje, con su título tan adecuado.

CHEJOV EN LA GASOLINERA

Pues sí, en Carral, municipio coruñés donde repostamos. A la espalda del amable gasolinero, un muestrario de películas en DVD, con sus explícitos detalles gráficos y títulos: «Tengo ganas de comértela», «Pulp friction» (¡),«Conflicto anal», «Secretarias para todo» y…«Vanya en la calle 42». Es cierto que el cartel del excepcional film de Louis Malle -última maravilla del cineasta francés, en 1994- con ese primer plano de Julianne Moore y sus sensuales labios, amén del contundente tamaño de la tipografía elegida para el título (aunque Vanya sea un nombre masculino, su sonido eslavo es un anzuelo indudable, en particular en una carretera nacional dónde se moja con luces rojas a cada cinco kilómetros) puede llamar a equívoco a alguien interesado en el (artísticamente hablando) escasamente dotado cine porno, pero me da la impresión que con nuestra adquisición de esta película por el módico precio de 4’95 € podemos haber librado de un serio disgusto -o bien haberle dejado sin una no menos sana alegría de corte intelectual- a algún onanista de la carretera que pudiera comprar los ejemplares a bulto. España y su peculiar distribución de cine es lo que tienen. En cualquier momento salta la liebre…

LOS TÚNELES DEL PARAÍSO

Asocio veranos con lecturas, como me ocurre también con lugares y momentos. De entre los primeros, las mañanas frente al Atlántico leyendo «Solaris» de Lem o, un tiempo después, «Me llamo rojo» de Pamuk. De entre los segundos, no puedo disolver la imposible asociación de ideas entre la ciudad de Jaca y «La Saga Fuga de J.B», por ser el lugar dónde completé la eminente novela de Torrente Ballester. Y las cumbres de Jálama, por dónde anduve a cuestas con «El puente de Alcántara», la novela de Frank Baer que por aquella sagrada montaña también transcurre, en aquellos años anteriores a que la novela histórica se convirtiera en pasto de grandes superficies. Este verano, entre la avalancha de horas dedicada a la reparadora lectura, será en mi recuerdo el de «Los túneles del paraíso» (Tusquets, 2009), un impresionante relato del salmantino Luciano G. Egido sobre los héroes anónimos que construyeron, dejando sus vidas, el tramo de ferrocarril entre las fronterizas La Fregeneda y Barca d’Alba, allá en los cercanos Arribes del Duero a finales del siglo XIX.

Con una estructura seductora de ruptura de la linealidad, que combina hábilmente desde la documentación corporativa e institucional hasta la epístola, además del relato en primera persona y la reflexión anímica del propio autor, Egido (re)construye una historia coral cuyo planteamiento estilístico, aún primoroso, deja al final una desnuda moraleja: lo inútil del sacrificio de la naturaleza y del hombre (pobre) en vías de un progreso, de un desarrollo que se prometía y que tan falso resultaba ya desde un principio. Un gigante con pies de barro cuya interesada desaparición como medio de transporte clama al cielo de tantas víctimas inocentes. El tramo de la línea férrea en cuestión, que costó miles de vidas (y es toda ella de una belleza arrebatadora, hasta su desembocadura en Oporto), ni siquiera duró un siglo en funcionamiento, y nunca fue rentable económicamente, ni se asumió jamás como bien social por las autoridades, en particular las españolas. En su diseño y construcción estaba el beneficio de la compañía inversora, de intermediarios y de latifundistas salmantinos y madrileños. Su historia, por lo demás, es una tan sutil como evidente metáfora de nuestro propio tiempo. Pero no sólo.

Egido sufre, y en sus palabras casi sanguinolentas se aprecia, por sus -y nuestros- antepasados. Legión de extremeños desertores del arado por ser su tierra ajena y prohibida, y de la miseria que provocaba la injusticia que aún hoy pervive. Carnes de cañón cuyas almas vagan por esos túneles malditos, a buen seguro asombradas por nuestra desfachatez de caprichosos y consentidos, de mendigos satisfechos, indignos. Todas las épocas evidencian con el paso del tiempo su impostura -en la nuestra exacerbada-: en aquella fue el ferrocarril como vertebrador social y económico. La prosa poderosa, exhuberante en arcaismos, con que se describe aquella miseria moral ahora convertida en polvo y olvido, convierte no sólo en una lectura elemental «Los túneles del paraíso», sino en un acto heroico y útil su escritura.

EL ASNO ILUSTRADO

Ella dejó el manuscrito a su hermano, que lo leyó del tirón sin avisar, pretextando que iba a hacer la siesta. Y él le dejó por escrito sus impresiones, amén de una conversación que reforzara aquella cuartilla con sus opiniones y consejos.
Ella guardaba como oro en paño el papel, pero cometió el error de confiármelo para su cuidado. Y viajó hasta casa el original, semioculto entre las solapas de una novela. Y con ella salimos, como acostumbro, a dar un paseo, leer unas líneas y de paso, alimentar con restos al hermoso asno del vecino. En esta ocasión eran más que mondas de sandía. Y una corriente de aire abrió el libro momentáneamente abandonado en el murete de piedra. Y de él voló el escrito del lector de manuscritos. Y el noble animal, llevado quizás por la admiración hacia él de la señora de Corinto imaginada por Apuleyo, recibió al vuelo el papel como un obsequio, lo tomó en su boca y lo devoró en el acto, como postre seco de la jugosa fruta. Digno fin para aquellas buenas palabras, a la altura del de los héroes clásicos: acabar en boca de un humilde ilustrado.

P.d A Rafael, con afecto de lector y culpable de la pérdida.